domingo, 3 de enero de 2016

Mi vida como traidora. Zarah Ghahramani.

Sinopsis
Una joven activista universitaria es detenida por la policía secreta iraní y encarcelada en la oscura cárcel de Evin, donde será interrogada y torturada durante más de un mes. En este libro Zarah Ghahramani da testimonio de su terrible experiencia a la vez que desgrana algunas de las claves que definen la sociedad iraní y el clima político y social antes durante y después de su guerra con Iraq. Con la intención de subrayar la importancia de su horrible vivencia Zarah describe su educación, la forma en la que sus padres, ella misma y su entorno más inmediato vivieron la evolución política de su país además de hacernos participes de su compromiso con la disidencia universitaria, clave en toda revolución.

La lectura:
Habiendo terminado de leer a algunos de los mejores escritores de fama mundial como Zweig, Marai, Murakami, etc., no creo justo valorar este libro por su calidad literaria, lo que le pondría en franca desventaja frente a estos monstruos de la literatura, sino que, más bien debería valorar el objetivo del libro y su éxito en la consecución de dicha meta, esto es: hacer llegar al lector el relato, el testimonio de una mujer cuya vivencia es la denuncia escrita de lo que un régimen dictatorial es capaz de hacer por mantener el poder y obtener la sumisión de todo un pueblo, además, y no menos importante, de acabar con algunos de los tópicos que suelen emplearse cuando hablamos de países tan desconocidos como los que están encuadrados en lo que llamamos cultura islámica. En este sentido el libro que nos ocupa, bajo mi modesta opinión, cumple con creces sus objetivos gracias, es de suponer, a los esfuerzos del escritor australiano Robert Hillman, que colaboró en la elaboración del libro y que supongo responsable del buen ritmo del relato así como de la documentación, que hace de este libro un interesante esbozo de la sociedad y política iraní, necesario, en todo caso, para comprender mejor las terribles experiencias que Zarah Ghahramani tuvo que vivir.
En el debe de Zarah debemos suponer la valentía para volver a revivir el horror y el detalle emocional del que hace gala durante los capítulos del libro en los que se describe su cautiverio... no creo que fuera fácil volver a unos recuerdos que seguro han atormentado su vida durante todo este tiempo. Además todo el relato rezuma sinceridad y compromiso, emoción y ternura... lo que más me ha sorprendido es el amor que demuestra a una cultura cuya crueldad achaca, no a su origen religioso, sino más bien a la utilización y manejo de los valores espirituales en favor de la dinámica de poder, ya esté en manos de unos u otros personajes y que no dista mucho de los manejos utilizados por otras dictaduras cuyo origen religioso es el cristianismo, por ejemplo.
No hace falta mucha imaginación para encontrar paralelismos entre el testimonio dado en este libro con un hipotético relato hecho en la época de la revolución chilena, la dictadura de Franco o la época del apartheid, en Sudáfrica, por poner alguno de los cientos de ejemplos de represión. Por desgracia la historia de la humanidad se podría componer con los relatos de este tipo de personas que sufrieron en sus carnes la tragedia de ser los auténticos artífices de la evolución política en sus respectivos países.
En cuanto al estilo del libro, creo que los autores aciertan en distribuir el texto en capítulos relativamente cortos que alternan la información sobre el entorno político y social, el entorno familiar del que disfruta la protagonista, y el relato del cautiverio y tortura que siendo la parte más importante del libro creo que haberlo presentado sin más aderezo hubiera restado interés al relato.

Opinión:
A mí me ha gustado mucho. Hace unos días, leyendo en el parque que hay bajo mi casa, una vecina me pregunto por el libro que estaba leyendo y explicándole por encima el argumento me dijo, un poco jocosa:
_ Uff, que sufrimiento... calla, calla. Yo no podría leer algo así
No se... el comentario me hizo reflexionar bastante sobre la necesidad que tenemos en esta sociedad de comprometernos un poco mas con la política de otros países. Las personas como Zarah Ghahrmani se merecen que, al menos, escuchemos su testimonio porque al fin y al cabo es el testimonio de las personas que con su lucha han conseguido que sociedades como la nuestra vivan con la seguridad de que experiencias como las que ha pasado ella no puedan darse con impunidad. El problema es que todavía hay mucho por hacer y a veces no parecemos conscientes de que la libertad, si queremos que sea auténtica, cuesta, y cuesta mucho.

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