Sinopsis:
Durante
toda su vida Jack London cultivó el relato desde diferentes perspectivas, todas
ellas influidas por su carácter excéntrico y aventurero. Por supuesto el boxeo
no podía quedarse fuera de sus registros literarios. En esta edición de «Libros
del zorro rojo»
se ha hecho un esfuerzo por recopilar algunos de sus mejores historias sobre
este controvertido deporte, realzándolas con los dibujos del famoso ilustrador
Enrique Breccia, que ha conseguido impregnar el trabajo de London con un plus
de calidad grafica que gratifica de sobra al comprador de este volumen. Lo digo
teniendo en cuenta que prácticamente toda la obra de London puede encontrarse
en la red completamente gratis en e-book y, teniendo en cuenta la proliferación
de esta nueva forma de entender la lectura, quizás los editores deberían tomar
nota sobre la necesidad de reenfocar el negocio editorial.
En «Knock out»
podemos encontrar tres relatos cortos: «Por un bistec», en el que se relata la
caída de un gran campeón… un último combate en el que se juega, a todo o nada, el
futuro de su familia. Al final, agotado por la indigencia, siente como se van
sus fuerzas, y acaba recordando las lágrimas de aquellos a los que en su día
venció. El retrato de la derrota; «El mexicano», en el que un joven
comprometido a la revolución, y con poco que perder, decide subirse a un ring
para conseguir dinero para las armas que necesita la causa, sin importarle
demasiado ni el método ni las consecuencias. Un alegato al idealismo más
ingenuo y puro; y «El combate», donde se despliega todo el talento de London
para los relatos con gran carga emocional. En él se desgranan los sentimientos
de la novia de un boxeador que, tras conseguir convencer a su futuro marido
para que deje la lucha, acaba dejándole terminar su carrera con un último
combate. Una bonita historia de amor con un enternecedor desarrollo. Un
emocionante duelo, en el que el crudo desenlace no puede dejarnos indiferentes.
La lectura:
Jack
London fue un personaje. Sin entender esto es difícil concebir al escritor.
Nacido sin padre conocido, de una madre un poco friky del espiritismo que, tras
el parto, buscó rápidamente un marido que diera un apellido a su hijo -apenas dos
o tres meses después. Creció prácticamente sin entender el hogar como una
referencia emocional, lo que le marcó profundamente. Años después, ya en su
madurez, parece que descubrió que su padre biológico era un conocido astrólogo…
un tal Willian Chaney que siempre se negó a reconocerse como padre de un dolido
London. Nunca fue un buen estudiante dado su carácter díscolo y rebelde… aún
así consiguió una cierta formación gracias a su pasión por la lectura que resolvió
en la biblioteca pública. Se puede decir que se auto-educó… que su afición por
escribir es el resultante lógico de su pasión lectora, y su talento una mezcla
de inteligencia natural y una vida plagada de experiencias tempranas
consecuencia de su intrepidez aventurera: marino, vagabundo, carcelario,
pescador, contrabandista, patrullero, empresario… Fue corresponsal de guerra,
socialista y gran admirador de Nietzsche, cuya influencia puede sentirse a lo
largo de toda su obra. Lo dicho: un personaje.
En
su literatura pueden encontrarse todas las grandes virtudes que hacen de un libro
un entretenimiento único, una actividad absorbente y gratificante como ninguna.
También podemos encontrar el genio de un escritor cuyo conocimiento del género
humano le permite jugar con sus pasiones, haciendo que reconozcamos en su
literatura los más profundos entresijos del alma humana hasta completar en sus
relatos un exhaustivo análisis de cada uno de los personajes. Su estilo: brutal
y apasionado, de gran riqueza descriptiva. Además sus historias son tan
entretenidas como interesantes y sorprendentes.
Quizás
lo único que puede superar el descubrimiento de este escritor, más
satisfactorio aún que degustar su maravillosa facilidad para el relato, es
redescubrirle. Volver a él. Hacía muchos años ya que leí «Colmillo blanco», uno
de los grandes clásicos, o «Lobo de mar»: Dos libros maravillosos. Pero lo que
me ha hecho salir corriendo a buscar entre mis biblioteca un ejemplar perdido,
ha sido el recuerdo de la lectura de uno de sus grandes desconocidos:
«Asesinatos, S.L.», un libro del que apenas me acordaba y que significó uno de
los momentos más intensos de lectura de mi juventud. No lo he encontrado y, con
las mismas, me he ido a comprar un ejemplar. Ocho euros. Empiezo desde ya su
relectura.
Opinión:
Yo
no sé si es un gran escritor… si puede considerársele uno de los grandes.
Quizás los más elitistas, los más eruditos tengan serias dudas sobre la calidad
de sus relatos. Sus biógrafos reconocen que London siempre se tomó su oficio
como un negocio: «Escribo un libro por la razón de añadir trescientas o cuatrocientas
acres más a mi magnífico estado» Yo le considero uno de los grandes culpables
de mi afición por la lectura y dejo inmediatamente todas mis tareas pendientes
para dedicar todo el tiempo posible a releer «Asesinatos, S.L.», un libro del
que guardo grandes recuerdos y que estoy seguro que no me decepcionará. Intuyo
que soportará el paso de los años –de mis años, claro- sin mácula. Además
intentaré comprar lo antes posible un ejemplar de un libro que hace tiempo que
se haya en mi lista de la compra: «Martin Eden». Hasta ese punto me ha
encantado volver a London.
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