Sinopsis
Albert Camus murió en 1960 en un accidente de coche tras haber declarado: “No conozco nada más idiota que morir en un accidente de automóvil". A mí la verdad no se me ocurre una forma más irónica de acabar con la vida de uno de los novelistas y pensadores más brillantes que ha dado la literatura de todos los tiempos, sobre todo si en el coche se encuentra, entre diversas pertenencias, una obra inconclusa que está basada en una autobiografía en la que estaba trabajando. El manuscrito, de gran valor literario no fue editado hasta 1994 cuando sus herederos lo cedieron para su publicación.
Albert Camus murió en 1960 en un accidente de coche tras haber declarado: “No conozco nada más idiota que morir en un accidente de automóvil". A mí la verdad no se me ocurre una forma más irónica de acabar con la vida de uno de los novelistas y pensadores más brillantes que ha dado la literatura de todos los tiempos, sobre todo si en el coche se encuentra, entre diversas pertenencias, una obra inconclusa que está basada en una autobiografía en la que estaba trabajando. El manuscrito, de gran valor literario no fue editado hasta 1994 cuando sus herederos lo cedieron para su publicación.
Se
trata de una obra de gran belleza narrativa y de una especial intensidad
emotiva, en la que se narran sus primeros años en Argelia, país del que es
nativo, sus dificultades para empezar y terminar sus estudios y la importancia
de los personajes que forjaron su carácter y educación. En este sentido
parecería que, en algunos pasajes del libro se quisiera completar un homenaje a
alguno de estos actores con los que se evidencia que el autor tiene una deuda
impagable de gratitud: su abuela, su madre, su padre, al que jamás conoció, a
su profesor y mentor y a su mejor amigo.
Resumiendo: esta es la obra que intenta explicar cómo llegó un hijo de
emigrantes, de orígenes más que humildes, a convertirse en premio Nobel de
literatura.
La lectura
A medida que uno va leyendo se va haciendo más
evidente que la obra está inconclusa, no porque el lector sea especialmente
perspicaz, sino mas bien gracias al sentido común del editor que ha decidido
incluir en esta edición las notas al margen, rectificaciones, variantes sobrescritas
e incluso alguna de las páginas originales en forma de facsímil. Además se
incluyen, en forma de apéndice, alguna de las hojas que se encontraron
intercaladas entre el manuscrito, un cuaderno donde se entrevé el proyecto y
posterior desarrollo de la obra y dos cartas que se intercambiaron entre Camus
y su primer profesor y mentor, Luis Germain, nada mas haber recibido el premio
Nobel. Con toda esa información es fácil ir descubriendo los pasajes que
hubieran merecido, según el propio autor, una mayor atención, un mas extenso
desarrollo o, incluso, algún capitulo añadido.
A pesar de todo se trata de una obra de una gran
riqueza narrativa en la que el lector se imbuye dejándose llevar por unos
recuerdos con los que es fácil sentirse identificado. La carga emocional es tan
intensa que la causa que lo provoca pasa a un segundo plano y el lector es
sorprendido en la identificación con sus propios recuerdos que, probablemente
siendo radicalmente diferentes, están a su vez formados con el mismo material
emotivo: la añoranza de la infancia y la comprensión, a medida que van
fluyendo, de los actos de aquel niño que pasaba por la vida intentando descifrar
su entorno, a sus mayores y a sí mismo. Todo descrito desde la perspectiva del
adulto que trata de recuperar a ese niño, con la frustración de quien ya no
puede hacer nada para ayudarle y con la convicción de que las cosas hubieran
podido ser de otra forma...
El último capítulo es una reflexión que rompe con el
tono general del relato. Digamos que es la conclusión hecho pensamiento, la
explicación del esfuerzo. Yo no he leído mas de Camus que este libro, (lo que
remediaré inmediatamente haciéndome con “El extranjero” y “La peste”) pero me
da la sensación de que es en este último capítulo donde aparece el autor en
toda su plenitud, con plena fuerza intelectual y filosófica. Debió pensar algo
parecido a: dejemos a un lado la novela y terminemos con un ensayo sobre mí
mismo.
Haciendo un repaso sobre el manuscrito que se encontró, y viendo las pocas rectificaciones que Albert Camus hizo sobre el original, a uno, si alguna vez tuvo la tentación, se le quitan las ganas de intentar escribir algo medianamente bueno. Si esta es la obra inconclusa, llena de matizaciones y con futuribles de nuevas ideas que nos dejó, ¿qué no nos hemos perdido por culpa de una muerte terrible y demasiado prematura? Que maravillosas obras no se han escrito a partir de la desaparición de este maravilloso autor que murió en plenitud de facultades físicas e intelectuales a los cuarenta y siete años. Desde luego, como ya he comentado, en mi caso, este libro es el primero de todos los que pienso leer de Albert Camus.